Cierras los ojos intentando no ver las imágenes perturbadoras que carcomen y poseen tu mente. Es inútil; lo sabes. No hay poder existente que elimine ese veneno en ti, que permita purificarte y darte una pequeña esperanza de sonreir. Taquicardia. Desesperación. Y una lágrima que se esfuma muy dentro de ti, que quema y a su vez desangra. Cierras los ojos deseando no pensar en Él, en no estallar y derramar toda la bulimia verbal y sentimental que te has tragado por tanto, tanto tiempo y que ahora parece ser basura o tal vez, siempre lo fue. En ese momento respiras y sigue siendo inútil, ya estás en el limbo de las penúmbras de quien fue la luz, tu luz. Te ahogas, el aire te asfixia, la sangre se concentra en tus ventrículos y sientes la presión, tus ojos se cegan, tus glándulas sudoríparas se estimulan y te encargas de desplomarte.
Te derrumbas..
10 segundos en tu miseria y respiras.
10 segundos pensando..
10 segundos...
1 gotas de tinta:
pero también esa lágrima que se esfuma sana, al principio parece que solo daña pero no, realmente sana y la heridas dejan de sangrar
Publicar un comentario